El futuro de la Renta Básica Universal



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A pesar de no ser un planteamiento moderno, la instauración de una Renta Básica Universal (RBU) se ha convertido en tema de debate rabiosa actualidad tras afirmar la OCDE, esta misma semana, su apoyo a su creación en países como España, con escasez de ayudas públicas. Países como Finlandia y Holanda ya han realizado aproximaciones a su implantación y cada vez son más los economistas, tecnólogos y políticos (ahí está el socialista francés Benoît Hamon como máximo abanderado de esta medida en el país galo) que tratan de identificar cuándo y de qué manera se producirá su irrupción y cómo serán sus efectos en la sociedad, la economía o la política.

Para hablar sobre los pros y contras de la Renta Básica Universal, IMF Business School, a través de su Observatorio de Bienestar, ha organizado esta mañana la mesa redonda “Renta Básica Universal: ¿imposible o inevitable?”. Un encuentro en el que han participado: Miguel Sebastián, economista y ex ministro de Industria; Juan Manuel López Zafra, economista de CUNEF; Cive Pérez, autor de 'Renta básica universal. La peor de las soluciones (a excepción de las demás)', y Carlos Martínez, presidente de IMF Business School, moderados por Lorenzo Dávila, director del Departamento de Investigación de la escuela de negocios.

Aunque unos se han mostrado más a favor de esta medida (Cive Pérez y Carlos Martínez) que otros (Miguel Sebastián y Juan Manuel López Zafra), en lo que todos han coincidido es en que la instauración de una Renta Básica Universal es hoy por hoy inabarcable y que a largo plazo (30 años vista) podría lograrse su implantación, pero dejándola en una renta más básica que universal.

Para Cive Pérez, autor de 'Renta básica universal. La peor de las soluciones (a excepción de las demás), “se trata de un tema que en España todavía no está presente en el diálogo político, pero que en Silicon Valley o Davos ya se ha planteado debido a los avances de la automatización”. Avances que conllevarán importantes cambios en los procesos de trabajo, ya que de acuerdo con un reciente estudio de la Universidad de Cambridge, de aquí a 2050 la mitad de los trabajos que actualmente conocemos habrán desaparecido. Tesis con la que no está de acuerdo el ex ministro Miguel Sebastián, “si estas estadísticas que se comentan fueran ciertas, se tendría que experimentar un aumento exponencial de la productividad”, y que el economista Juan Manuel López Zafra ve como un problema complicado, “no sabemos cuánto empleo se va a destruir, pero tampoco cuánto se va a crear con la automatización. Estamos viviendo un cambio de paradigma absoluto que no se daba desde la primera revolución industrial. La cuestión está en la transición, en si nos vamos a saber adaptar a ella y a qué ritmo”.

Cómo se aborda y financia esa transición ha sido uno de los principales temas a debate. Todos han coincidido en que la renta básica universal es muy atractiva desde el punto de vista de la reducción de la pobreza, pero han diferido en la forma de alcanzarla y financiarla. Para López Zafra “lo que se discute aquí es si se hace antes de que los ciudadanos alcancen el umbral de pobreza -como aboga Cive Pérez- o cuando ya ha llegado a la pobreza y cuál es la mejor forma de hacerlo. La mejor forma para mi es darle a cada individuo la capacidad para ser responsable de su desarrollo personal. No es ético plantearnos una mayor intervención en la esfera del individuo para conseguir una corrección de un problema sin atacar la fuente de ese problema: la cada vez mayor intervención del estado”.

Por su parte, Miguel Sebastián considera que antes de instaurar una medida de este tipo –con la que está convencido que se reduciría la oferta de trabajo- es necesario debatir cuatro cuestiones importantes: “el coste, del que todo el mundo habla y que a mi menos me preocupa; la definición de los incentivos, algo para mi mucho más preocupante; el impacto sobre la distribución de la renta, que creo sería muy negativo, y la importancia de contabilizar no sólo los problemas de costes de entrada, sino también de salida”.

Según los cálculos del ex ministro socialista, “partiendo de una RBU de 500 euros al mes (6.000 al año) a día de hoy en España 10 millones de personas podrían recibirla, una cifra en la que se incluiría a todos los ciudadanos mayores de 16 años, tanto activos como inactivos, pero se excluiría a los pensionistas, parados, asalariados y autónomos con ingresos superiores a esa cifra. Eso supondría entre un 4 y un 5% del PIB”. Para López Zafra, “los cálculos de Sebastián convierten la RBU en básica, pero deja de ser universal. Para que fuera universal, habría que tener en cuenta a todos los españoles y partir de una RBU de 8.000 euros al año (para estar fuera umbral pobreza que calcula el INE). Estamos hablando de un 85% de los presupuestos actuales del Estado. Si los primeros cálculos son de difícil aplicación, esto ya es absolutamente inasumible”.

Sebastián cree que “si condenas a un porcentaje de la población a que reciba esta renta básica porque crees que no tiene manera de acceder al empleo, las empresas se quedarán con los más productivos y dejarán de lado al resto. Los que se queden tendrán un salario cada vez más y más alto, lo que aumentará las desigualdades”. Para Carlos Martínez, “la sociedad española está cada vez más polarizada, peligra el sistema de bienestar y la RBU es una posible solución para mantener lo que tenemos. Históricamente las grandes desigualdades han provocado revueltas y revoluciones, por lo que no es de extrañar que a las clases más pudientes la RBU les pueda interesar para evitar males mayores. Además, creo que podría tener un impacto muy importante sobre la economía sumergida. Haría aflorar una serie de ingresos que no serían nada despreciables”.

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